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Fin de las regulaciones… ¿volverán las oscuras golondrinas?

En esta época finalizan la mayoría de las regulaciones que afectan a la escalada por nidificación. Sin embargo, la apertura de estos sectores no implica necesariamente que todas las especies hayan sacado los pollos adelante o estos conseguido volar. Existen multitud de pequeñas aves que no cuentan con la protección administrativa de las grandes rapaces y que son igualmente sensibles a nuestra presencia.

En cada comunidad, los responsables de Medio Ambiente se encargan de aplicar las medidas necesarias para proteger las especie amenazadas que son catalogadas y protegidas debido a su vulnerabilidad y riesgo de extinción. De ahí que las fechas de regulación coincidan con las épocas de nidificación y cría de dicha fauna.

Agentes forestales de la Comunidad de Madrid trabajando en el anillamiento de milanos.

En este periodo los pájaros son especialmente sensibles, ya que, ante la presencia humana, las aves que incuban los huevos abandonarán el nido temporalmente al sentirse amenazadas (por gente escalando cerca, una cuerda que pasa al lado, mucho ruido a pie de vía, gritos en la pared…). Lo más probable es que se queden cerca, observando y, en cuanto nos alejemos, regresen otra vez al cuidado de la nidada. Existen especies muy protectoras, como los córvidos, que incluso no dudarán en volar muy cerca del “invasor”. Pero lo normal es que se retiren y observen hasta que se puedan acercar. Los periodos de incubación dependerán de cada especie; las aves de mayor tamaño tienen periodos más largos, mientras que los pajarillos más pequeños y residentes pueden realizar entre dos y tres puestas.

El problema principal es que en estos casos, aunque el abandono haya sido de un espacio corto de tiempo, los huevos perderán su fuente de calor y esto puede provocar que fracase la puesta. Otras veces, cuando ya han nacido los polluelos, estos pueden confundir una cuerda con los padres, asustarse, acercarse al borde del nido y acabar cayendo.

Cría de vencejo común (Apus apus) tras la caída del nido.

La conservación de la biodiversidad, que es patrimonio de todos y que tenemos la obligación de proteger y legar a generaciones futuras, influye en otros muchos mecanismos de regulación indispensables para la conservación de los espacios en los que nos gusta escalar. Así, las aves, con su vuelo, contribuyen a la dispersión de semillas y a la polinización de flores, y, al ser los insectos gran parte de su dieta, se convierten en piezas estratégicas para el control biológico, evitando plagas y favoreciendo el equilibrio ecológico.

Apertura de los sectores

En las paredes de Patones (popular y frecuentada zona de escalada a caballo entre Guadalajara y Madrid), desde hace unos años este deporte se regula desde final de año hasta comienzos del verano para proteger una especie muy amenazada. Debemos ser conscientes de que la apertura de toda la escuela no implica que otras muchas especies que habitan en estas paredes hayan terminado de sacar sus puestas o sus crías, por lo que la supervivencia de estos ejemplares depende también de la responsabilidad individual y del colectivo escalador. Cuando se abren los sectores que han sido cerrados durante parte del invierno y la primavera, decenas de nidos quedan expuestos a la alteración de su hábitat por ruidos e invasión de su espacio. Pueden producirse entonces abandonos, pérdidas de puestas y precipitación de polluelos de sus nidos antes de tiempo.

Cernícalo (Falco tinnunculus)

Los buitres leonados (Gyps fulvus), los cernícalos (Falco tinnunculus) y alguna que otra rapaz serán las aves que más nos llamen la atención cuando lleguemos a Patones tras el cierre, pues algunas de ellas son de mayor tamaño (casi todas ellas protegidas además) pero existen sin embargo otras familias de aves conviviendo en el mismo entorno.

Pequeñas aves

Jornada de anilamiento con el grupo científico Álula.
Mirlo (Turdus merula

A lo largo de todo el cortado los aviones roqueros (Ptyonoprogne rupestris) suelen colonizar la mayor parte de las zonas altas del roquedo; vencejos comunes (Apus apus), golondrinas comunes (Hirundo rustica), grajillas (Corvus monedula), cuervos (Corvus corax), chovas piquirrojas (Pyrrhocorax pyrrhocorax) o gorriones chillones (Petronia petronia) pasarán sobre nuestras cabezas defendiendo sus nidos o buscando una repisa para posarse y, si eres muy observador, conseguirás ver al esquivo roquero solitario (Monticola solitarius). A pie de vía los petirrojos (Erithacus rubecula) y los mirlos (Turdus merula)  se acercarán hasta tu mochila y los carboneros (Parus major), herrerillos comunes (Cyanistes caeruleus),  pinzones vulgares (Fringilla coelebs) y mitos (Aegithalos caudatus) revolotearán alrededor.

Vencejo común (Apus apus)

Muchos de estos pajarillos hacen sus nidos en los agujeros y en las zonas más bajas, así que solo tienes que estar un poco atento para oír a sus crías reclamando alimento u observando a sus progenitores entrar y salir ajetreadamente y sin descanso.

Cuando termines de escalar, verás en el río lavanderas comunes (Montacilla alba) o las lavanderas cascadeñas (Montecilla cinerea), también al mirlo acuático (Cinclus cinclus) entrando y saliendo en la corriente. Tarabillas (Saxicola rubicola), alcaudones comunes (Lanius senator), currucas capirotadas (Sylvia atricapilla) y cabecinegras (Sylvia melanocephala) se moverán por las zarzas y los matorrales buscando alimento.

Jornada de anilamiento con el grupo científico Álula
Curruca cabecinegra macho (Sylvia melanocephala)

El agateador europeo (Certhia brachydactyla) y los trepadores azules (Sitta europea) serán los protagonistas en las fresnedas, en el soto o vegetación de ribera; si les observas un rato aprenderás unas cuantas técnicas de desplome. Mientras, los jilgueros (Carduelis carduelis) y alguna oropéndola (Oriolus oriolus) apareceran rápidos y, si estás muy atento, conseguirás ver al pico menor (Dryobates minor), el más pequeño de nuestros pájaros carpinteros.

Jornada de anilamiento con el grupo científico Álula
Jilguero (Carduelis carduelis)

Así que recuerda:

  • Muchos agujeros (agarres) albergan nidos.
  • Algunas repisas son posaderos.
  • Los pájaros son sensibles al ruido y a la alteración de su entorno. No hace falta gritar para canalizar la frustración ni que se entere todo el sector de que has terminado la vía.
  • Las sombras de las cuerdas pueden confundir a los polluelos desesperados por comer y provocar que se precipiten al vacio.
  • Respeta los carteles (por muy rústicos que sean) que avisan de la presencia de un nido en una vía.
  • Señaliza las vías con nidos y avisa a otras cordadas.
  • Respetemos los nidos; son igual de importantes (incluso más) que nuestros grandiosos encadenes.
Por Silvia García
con la colaboración y asesoramiento de Alfredo H. Ortega